Satán es un canalla despeinado
David González Lago
Editorial: Canalla
Madrid, 2017.
Acerca de
Satán es un canalla despeinado de
David González Lago, por Beatriz Pérez
Todo el Mal imaginable se hizo dueño del
planeta.
Y el diablo en este asunto no ha tenido
nada que ver. Ya nos bastamos nosotros.
Existe una dualidad muy interesante en
González Lago: ser poeta y profesor canalla. Parece que cuando
escribe le resulta imposible desdoblarse. Y este autor deja muy
claro desde el primer poema que sus textos se enmarcan en una
filosofía canalla.
El canalla es
políticamente incorrecto,
sordomudo ante medias verdades.
Las medallas relucientes
no se hicieron para ser exhibidas
en el pecho ensombrecido del
canalla.
Satán es un canalla irreverente.
Ahora bien, ¿Qué nos quiere contar
este profesor poeta canalla en su nueva obra?
Nos quiere hablar de Satán, un ser
libre, un outsider resistente al orden social establecido; un
personaje rebelde que no se peina como oposición al capitalismo
feroz, a la idiotez generalizada y a la cultura de la imagen como
culto.
El sociólogo Manuel Castells dos
décadas atrás nos hablaba de los ángeles y demonios del ser humano
y de los agujeros negros del capitalismo. González Lago también
aborda estas cuestiones del bien y el mal sin hallar respuesta. Lo
que sí sabe es que es mejor convivir con la oscuridad y sus diablos
antes que negar su existencia. Y en última instancia Satán no es
más que un ser exento de responsabilidad, inocente y con gran
capacidad para amar universalmente. Invertir la estrategia de juego
del poder le resulta tan difícil que su único recurso es dejarse el
cabello despeinado cada mañana para marcar la distancia entre los
seres como él y los perversos que sí podrían modificar el rumbo de
la historia pero que, en cambio, la prefieren destrozada.
Y todos tenemos,
en algún lugar del mapa que somos,
esa marca del demonio que nos
delata,
la prueba del delito
de nuestros coqueteos con el mal.
Confesemos sin torturas.
Nadie está libre de pecado.
Solo nos queda elegir
entre el baño de la bruja
o el calor de la hoguera.
Y como si el arte y el infierno fueran
de la mano para hablarnos de la vida, el autor dedica una sección de
su libro a tratar el dolor que causa la luz en la pintura de Picasso
o a hacernos ver cómo Goya es un artista acorde todavía a nuestra
modernidad. El poeta está realmente preocupado por la ceguera de
una gran parte de la población y es por ello que parece interesarse
en la mirada que aporta la pintura, el cine o la fotografía como
forma de transformación cultural y social. Porque vivir en un mundo
de grises o en el jardín del Edén de El Boso sería lo mismo para
este escritor. No hace falta inventar nada, todo está dicho ya,
sólo hace falta recuperar la memoria histórica y la visión del
arte transformador para sostener la dura realidad.
Kiarostami nos enseñó
- a través de los olivos –
que Occidente se mueve
demasiado deprisa,
a un ritmo frenético
y endiabladamente feroz.
La vida continua sin él
y hará lo mismo sin nosotros.
No hay que correr tanto.
Cuando el poder
carcome como forma de dominación, la poesía surge para intentar
combatir las injusticias. A González Lago le duele mucho la
supremacía del Mal en sus diversas formas que ejerce contra los más
frágiles: víctimas de violencia machista, los niños tragados por
el mar, los muertos en las guerras o los olvidados en las cunetas. Y
por ello el autor también grita rechazando el futuro de la educación
que se encarga de programar individuos sin escrúpulos y
descerebrados que banalizan el Mal y sirven para aumentar los
intereses de un grupo de opulentos.
Ejercer el mal a sabiendas es
pernicioso.
Permitir que se ejerza,
con complicidad y alevosía,
con una venda de inmundicia en los
ojos
o con la cara mirando hacia otra
parte,
es incluso más ruin.
Es insalubre y repugna.
Cuidémonos de la excesiva
normalidad.
Ninguna calma dura eternamente.
González Lago desnuda su voz al final
del poemario. Sus poemas se vuelven cercanos y muy personales. Sus
versos canallas permutan y muestran el secreto de su pensamiento de
manera más íntima. Y es ahí donde se desahoga completamente y
permite que aparezca su yo más verdadero y auténtico.
Mezclando poemas más largos con otros
más breves el poemario se divide en seis partes, todas ellas con una
intencionalidad muy clara en sus versos: el poeta quiere que seamos
grandes consumidores de cultura para poder ser libres después. Sólo
así podremos transformar nuestra mirada repleta de luz para combatir
los efectos devastadores del poder y del Mal.
Quiero escapar de esta clara
penumbra.
Beatriz
Pérez Sánchez
Septiembre de 2018.
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