Donde la poligamia literaria aparece de verdad es en el espléndido “Retazo del natural”, un libro reciente de Charo Alonso.
Charo Alonso entra en el libro con un poema que es un atisbo de lujuria y aviso para navegantes en una lección de lengua. Y enseguida aparece la costurera que zurce crónicas a medida para contar lo que pasa. El horror, las niñas, las hijas, los cubanos de cualquier parte que no viven sólo por vivir.
“Retazos del natural” no es solamente un libro de relatos. Es un lugar donde el mundo no se acuesta nunca. ¿Quién puede dormir con la barbarie? Charo Alonso tira mucho de ironía para que nadie se acostumbre a este costumbrismo, aunque a veces parezca que tiene el color de la infancia.
Yo creo que ella ha escrito el libro -con una sintaxis muy olorosa- para que ninguno de nosotros concluyamos en la nada después de saber lo que sabemos y que ella nos cuenta o nos recuerda, en ocasiones con la jovialidad del espanto.
“Retazos del natural” tiene médula y tiene luces. He dicho que comienza con un poema, tengo que decir que algunos capítulos son también poemas en prosa, de esa manera tan francesa.
Poemas incluso “dialogados”, una fórmula nada exótica en la literatura relativamente reciente, porque no hay que olvidar que quizás la mejor poesía de García Lorca no se encuentre en sus poemarios como “Poeta en Nueva York” o “Sonetos del amor oscuro” o “El romancero gitano”, sino en su teatro el escritor guarda siempre monólogos -y bastantes diálogos- donde aparece una vigorosa y bellísima lírica luciendo sus mejores galas.
Ningún parentesco entre García Lorca y este libro de Charo Alonso, pero viene a cuento esta consideración para explicitar un aturdimiento general y un convencimiento personal: que la línea que separa los géneros literarios es a veces tan delgada que parece una constante transfusión de la que todos salimos ganando.
Y es porque Charo Alonso, a la hora de su literatura, resulta una multiplicación muy abundante, con el horno de su casa siempre encendido.
“Retazos del natural” no es un libro desordenado ni tumultuoso. El realismo que hay en él no es una sucesión de historias atormentadas, sino la galanura de quien deposita en él casi todo el amor, o todo el amor, que le queda. Amor que le canta en la sangre una familia numerosa de universos. La rueda gira. Y las palabras abren ventanas para sembrar mensajes como águilas. Y a veces el libro se quiere tanto a sí mismo que parece que Charo Alonso lo ha escrito para ella.
Es sólo por el correr de su agua, tan fácil como una tarde que irremediablemente va pasando. Pero pasa dejando todo aquello que tenemos más a mano, lo que sucede mientras vivimos.
“Retazos del natural” es un libro tan hermoso y tan fresco que juraría se ha escrito en la calle. Como la tierra de pueblo, como el césped o las piedras, como los niños.
Nadie sabe ni nadie puede asegurar la eternidad, pero yo sí sé que este libro de Charo Alonso no va a oxidarse. O tardará tanto que no lo veremos, desde la finitud de una memoria que ahora mismo está muy contenta.
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