Tras la muerte del poeta y en su recuerdo, en la revista Polémica. se puso este articulo de Diane Setterfield, aficionada a la lectura y adicta confesa a los libros
“La
gente desaparece cuando muere. La voz, la risa, el calor de su aliento,
la carne y finalmente los huesos. Todo recuerdo vivo de ella termina.
Es algo terrible y natural al mismo tiempo. Sin embargo, hay individuos
que se salvan de esa aniquilación, pues siguen existiendo en los libros
que escribieron. Podemos volver a descubrirlos. Su humor, el tono de su
voz, su estado de ánimo. A través de la palabra escrita pueden enojarte o
alegrarte. Pueden consolarte, pueden desconcertarte, pueden cambiarte. Y
todo eso pese a estar muertos. Como moscas en ámbar, como cadáveres
congelados en el hielo, eso que según las leyes de la naturaleza debería
desaparecer se conserva por el milagro de la tinta sobre el papel. Es
una suerte de magia. Como quien cuida de las tumbas de los muertos, yo
cuido de los libros. Los limpio, les hago pequeños arreglos, los
mantengo en buen estado. Y cada día abro uno o dos tomos, leo unas
líneas o páginas, permito que las voces de los muertos olvidados
resuenen en mi cabeza. ¿Nota un escritor fallecido que alguien está
leyendo su libro? ¿Aparece un destello de luz en su oscuridad? ¿Se
estremece su espíritu con la caricia ligera de otra mente leyendo su
mente? Eso espero. Pues estando muertos deben de sentirse muy solos”.
Esperamos contribuir, con este pequeño homenaje a su poesía, a que no se sienta tan solo y olvidado en su tierra.
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