De cuando Chanel fue nazi...Perdonad que empiece mi tiempo repitiéndome pero debéis entender mi admiración a la exquisita elección en el nombre de este recién nacido de tantos años. Indudablemente es una metáfora perfecta para la mezcla de vivencias que supone este libro de relatos. Es una imagen a medida para esta poliandria literaria que muestra con exactitud la incongruencia de vivir.
También es un marco temporal excelente, ojo. No he querido mencionar con el mismo aprecio el título, no fuese a parecer hipócrita, que a las avispas y a los cromosomas le tenemos miedo todos.
Estos relatos suponen un memorándum, una oda al recuerdo, con el estilo periodístico de un romántico que hizo de la información la columna vertebral de su vida.
Estoy segura de que después de este libro nadie se atrevería a cuestionar la importancia de la historia.
Aquí, Valentín Martín, grita una y otra vez la sustancia del por qué de tantas cosas que fueron, así como la necesitada impuntualidad de su existencia.
En “Avispas y cromosomas” Valentín Martín rastrea en lo humano desde sus necesidades más primarias; como el sexo en su despertar o su reducción a un ritual de carne en el que impera el placer y el amor se reduce a dos soledades que encuentran paz en las dimensiones de una cama sin tiempo para besos de película que celen hasta al apuntador.
La libertad también se erige como una necesidad imprescindible, una libertad que a ratos se resume en simple indiferencia y otras se viste de logros en la política del superviviente a una asfixiante represión. Otras simplemente pasa por la aceptación a uno mismo: yo tampoco fui marido, ni mujer, ni lo seré, de Ana Pastor. Lo confieso.
Valentín Martín, a veces, también se pone la ropa de padre y abuelo y habla con la confianza del que lo ha vivido todo pero con la ilusión del que aún no sabe nada. Y afirma y asiente e insiste para que tú y yo no nos neguemos a la vida.
Todo esto acompañado por un lenguaje sin tapujos, cargado de un estilo propio y varios guiños al séptimo arte.
Kurt Cobain dejó en su nota de suicidio que prefería arder a consumirse lentamente. “Avispas y cromosomas” nos escupe verdades como estas entre líneas para que entendamos que los puntos medios solo son una forma de conseguir dos opciones de huida a ninguna parte.
El libro finiquita ejerciendo libertad. Un homenaje como final de poeta a poeta en una conversación sin lazos con el tiempo en el que el intimismo de su lírica permite reflexionar sobre tantas verdades universales.
Yo solo quiero agradecerle dos cosas a este libro: una que me haya regalado mi lugar en el mundo literario, escribidora; y por otro, que por fin haya nacido.
Gracias, Abuelo.
Andrea Vega
Madrid 2015
https://www.youtube.com/watch?v=MB37oAxOkzA
0 Comentarios