Avui fosquejo morta y El silenci plou sobre les pedres
"El bien y el mal, no son más que conceptos, no me interesan
mucho como tales, lo que realmente ocupa mi trabajo, es el absurdo inherente en
la necesidad de crearlos".
Cesc
Fortuny
Para los que hemos tenido la suerte de seguir la poesía y la
trayectoria de Marian Raméntol y Cesc Fortuny observamos el diálogo que se
produce entre ambos, pero con las claras diferencias de estilo.
Cesc Fortuny
fuerte y potente, posiciona su poesía en los lugares más complejos del ser
humano, mientras que Marian Raméntol desde un lugar más sosegado, proyecta sus
imágenes en un espacio ligado a lo maternal.
Para llegar al silencio que proclama Cesc
Fortuny en el título de su poemario tendremos que pasar por los grandes temas a
los que nos enfrenta: la relación con el padre, el dolor de la infancia, el
significado de ser un hombre, el miedo a no morir y el mal que subyace en el
ser humano. Todas ellas son cuestiones
que el autor explica disparando frases incómodas, punzantes y directas.
Su poesía transmite un color impreciso y
viscoso, como el de las fotografías en blanco y negro, repleto de sombras, pero
con los márgenes bien perfilados. El bombardeo de símbolos está presente en
cada verso y en cada instante de la lectura: animales y bestias, la naturaleza,
los rituales de la muerte y la vida, el cuerpo y sus enfermedades. La
complejidad de la existencia se proyecta en paisajes muy físicos y desoladores
de bosques, arena, piel o huesos. El frío y la humedad son también compañeros
de atmósfera, junto con tarántulas, fantasmas o gusanos.
Encontramos en la poesía de Cesc Fortuny
referencias a Gamoneda, su padre poético, el que le guía y reafirma que mantenga los gritos sobre las
miserias del mundo. En cambio, Cohen, le
transmite la vitalidad y la magia. Y ello se refleja en el ritmo rápido y ágil
de sus poemas, donde la búsqueda de la paz y el silencio se alzan mediante la
reivindicación acerca de las miserias internas y externas.
En Avui
fosquejo morta, Marian Raméntol
cambia su habitual estilo con poemas abiertos y largos, por otros
fragmentados y breves, pero sin abandonar su particular voz. Su ritmo pausado nos lleva a tratar a Tánatos,
pero para reclamar a Eros con mayor fuerza.
La gran cuestión de este poemario de
Marian Raméntol: la relación entre maternidad y escritura. Puede que por
algunos instantes las imágenes de la muerte generen un clima de dolor, pero son
los menores en comparación a la simbología entorno a lo maternal y, por lo
tanto, la vida. Por un lado las alusiones directas al cuerpo, al parto y a la madre: placenta, pechos, vientre,
útero, labios, sangre, piernas y
barriga. Tampoco pasan desapercibidos los elementos de agua en estrecha
relación con este tema: océano, aire, mar, olas,fuentes o ríos.
Como en el poemario de Fortuny, los
paisajes corporales son significativos pero, sin embargo, Marian Raméntol nos
evoca a un clima más erótico y abierto, más relacionado con los sueños y no
tanto con las pesadillas. Aún en sus versos más duros encontramos la ternura en
sus palabras, todas ellas con forma acogedora y redonda. Y en los poemas como
hijos de la poeta, destacan las alusiones a la escritura y la construcción. El
dolor se cierra, para dar lugar a una gran casa en construcción con ventanas, porches
o tejados. Nada menos que nos habla del
vacío que genera la escritura y de la necesidad inherente de todo poeta de
mantener esa tensión.
Beatriz Pérez Sánchez
Barcelona, noviembre 2013
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