La Biblioteca Regional de Murcia presenta Ordo Dei (Perdedores anónimos), el nuevo libro del escritor almeriense Carmelo Anaya
Participan Francisco Javier Illán Vivas y Jesús Pons
El escritor murciano Francisco Javier Illán Vivas y Jesús Pons, director de vegamediapress.com,
acompañarán al autor almeriense Carmelo Anaya
en la presentación de la novela Ordo Dei (perdedores anónimos),
ganadora del II Premio de Novela Negra Wilkie Collins. El acto de presentación
tendrá lugar en la Biblioteca Regional de
Murcia. El evento tendrá lugar el próximo viernes, 22 de febrero, a partir de las 20 horas.
Ordo dei, la
novela
Un
hombre ha perdido la fe. Hasta el descalabro, nada más hay un paso. Sólo tenía
dos opciones: hacer el bien o hacer el mal. Optó por las dos. Pero el mal es
mucho más poderoso. El inspector Marcano, un hombre bueno convencido de que
vive en el mejor de los mundos posibles, hasta que la realidad destroza sus
esperanzas. Son tiempos de crisis, no sólo económica, el mundo se derrumba
alrededor de quienes mantienen un espíritu limpio. En tal situación, defender
la ley sin chocar contra la propia conciencia es muy difícil. Nos falta amor,
somos mendigos de afecto, de una caricia, de un minuto de atención. No sólo hay
pobreza y desempleo, hay muchas otras miserias: luchar para vivir y no tener
fuerzas, no ser querido ni por los propios hijos, ser feo, o viejo, vivir para
comer, dormir y trabajar, no creer en nada, querer perderse, querer morir,
querer pegarle fuego al mundo, tenerlo todo y no ser nada. El inspector Marcano
debe descubrir al responsable de unos hechos delictivos contra el orden
establecido que parecen encadenados, pero ¿sería ético hacerlo?
Una antinovela negra en
la que lo moral no es detener al delincuente, sino que el delincuente es el
héroe que sufre por la maldad que lo rodea e intenta llamar la atención de la
sociedad. Marcano, un hombre hábil, inteligente, capaz en la lucha contra el
delito, queda desbordado por los acontecimientos. Un policía por vocación se
convierte en un hombre débil, retrocede y se convierte en un espectador pasivo
del mal, se desintegra en la marea de violencia y desorden contra la cual no
sabe luchar. En el momento actual, nos damos cuenta de que los verdaderos
delincuentes gozan de total impunidad. Las peores mafias son los partidos
políticos, su corrupción, su impunidad, impregnando cada rincón de nuestra
sociedad, nos ha conducido al momento actual. Sus cómplices, un poder judicial
sometido al poder político. Y esta novela transmite la desesperación de toda
una sociedad cuya descomposición ya no respeta a nadie, cuya maldad alcanza a
todos, cuya violencia, aun soterrada o contenida, golpea a cualquiera que se
interponga a su paso.
El autor, Carmelo Anaya.
(Serón, Almería, 1967) Abogado y criminalista. Ha publicado anteriormente
las novelas Baria city blues, Frío invierno
en Baria, Memento mori, Una parte de mí y Tiempo Cero. Ha publicado numerosos cuentos y relatos
breves en diversas colecciones. Fue accésit del Premio J&B con la novela El corazón oscuro. Se ha revelado un
verdadero maestro del género negro, con influencias bien asimiladas de sus
admirados Dashiell Hammett y Jim Thompson.
Afirma el autor sobre su novela
y la relación con la actualidad: Los delincuentes siempre han sido los mismos. Con
careta o sin careta, bajo una capa de hipocresía o sin ella, siempre son los
mismos. Lamentablemente, en el momento actual, sorprendentemente, nos estamos
dando cuenta de que los verdaderos delincuentes gozan de casi total impunidad.
Los peores, las mafias en cuyas manos nos encontramos, no son las siciliana o
la rusa. Las peores mafias son los partidos políticos. Su corrupción, su
impunidad, impregnando cada rincón de nuestra sociedad, nos ha conducido al
momento actual. Sus cómplices, un poder judicial sometido al poder político. El
protagonista, el inspector Marcano es un hombre idealista. Un policía con
vocación de servicio a la sociedad en la que vive. Un hombre que, como tantos,
cree profundamente en los valores que, supuestamente, conforman e impregnan esa
sociedad. Pero tales creencias también lo convierten en un hombre que incurre
en el pecado de la debilidad, retrocede y se convierte en un espectador pasivo
del mal, se desintegra en esa marea de violencia y desorden, y cae mudo de
estupor en la misma decadencia que observa y contra la cual no sabe luchar.
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