SINOPSIS:
[…]
el padre del abuelo ralph miraba las bombas desde la azotea había
una trampilla al entrar en la cocina el botón de la quinta planta
descansaba boca abajo el niño quedó postrado en una silla de ruedas
paul mc archer colocó un gusano entre sus dientes joe carrot
esperaba junto a la tienda de máquinas de escribir el cobalto no
funcionó para tío joseph…
Aquella
noche, Harvey llevaba rato sentado cuando entré por la puerta del
bar de Austin. Sobre la mesa, un bloc completamente atestado de notas
escritas a mano. (…) son pensamientos escritos a vuelapluma.
Imágenes, flashes que me han venido a la mente en estos diez últimos
años. Mi manera de volver a trazar el camino desde el principio. De
recoger del arcén los momentos importantes que quedaron olvidados.
Mi segunda convocatoria, mi diario de redención. (…) Eso dijo
Harvey.
[…]
sonaba la radio a todas horas popeye era un imbécil el día que
murió el payaso no pude dejar de llorar muñecas rusas en la casa de
tía amelie la luz de una linterna rasgaba el polvo y las cabezas…
BIOGRAFÍA DEL AUTOR:
Su carrera literaria, totalmente inédita, comienza a tomar forma precisamente en uno de esos desplazamientos incorpóreos, tras conocer a Javier Tortosa (España), persona afín a Harvey en devociones e inquietudes. Después de varios encuentros astrales, en los que terminan forjando una entrañable y confidente amistad, ambos reconocen sus limitaciones como literatos de manera individual y sellan un acuerdo tácito por medio del cual Harvey trasladará sus ideas y experiencias a la tinta y al papel de su alter ego en el otro lado del charco. Trazos en falso (2017, Boria Ediciones) y el presente Here’s looking at you son el resultado del citado acuerdo hasta la fecha.
PRIMERAS PÁGINAS
Albert Lea, diciembre de 2011
No hubo primavera en el noventa y cuatro. Al menos, yo no tengo constancia de ello. Sí del invierno. Duro, frío, áspero. Y del verano. Excesivo, abrasador, indecente. Fueron días difíciles, puedes jurarlo. Días sin nombre, sin calendario. Duros de digerir, imposibles de olvidar. Aquí siguen, a flor de piel. Como el roce de una ortiga, como labios cuarteados por el viento. Una ventana abierta en noche de tormenta, el eco de unos tacones desmontando el silencio... En el noventa y cuatro hubo invierno. Y verano. De la primavera, ni rastro.
El hígado de Bukow hizo aguas. Los sesos de Kurt saltaron por los aires. Nixon cruzó la puerta. Johnny Temple se fue por donde había venido. Despedidas, fin de emisión. No sé muy bien por qué pienso esto, por qué ahora, por qué no antes. Será que hace años que no piso las tablas, que bajé del escenario, que abandoné el plano secuencia y empecé a mirar a través del visor. Sentado en tu silla, con tu chaleco gastado, observando la escena, sujetando la red. Apuntando palabras olvidadas. Sí, probablemente ese sea el motivo. Los tiempos han cambiado, viejo, el enano me puso en tu lugar. Y he vuelto a bajar la ventanilla. Al camino de hierbas aplastadas, a la grava bajo los neumáticos. A los días de ruta, a las noches en guardia, a las tardes de menta, a la tierra batida. A todo lo que quedó pendiente. Al maldito tiempo perdido.
Más tarde llegaron las lluvias. Las brigadas de limpieza ocultaron el rastro, lavaron la ropa. Pero no, no fue un sueño, un mal sueño. Ocurrió de veras, nos la quitaron. La primavera. Para no devolverla. Acto seguido, ardieron las nubes. Cincuenta grados. El cielo crujía, el asfalto sudaba. Todas las calles quedaron cuesta arriba. Miro mi rostro en el espejo… es cierto, he tomado alguna curva de más. Y bastantes rodeos. Pero aquí estamos. De nuevo, de siempre. En cierto modo, los pasos que no damos también nos enseñan el camino. Eso creo. Y, sí, lo sé, te debo una. No me olvido, viejo, no pienso hacerlo. Nos ha costado, pero nunca es tarde. Qué diablos...
*****
*****
kilómetro cero
es confuso el momento
en el que dejaron de crecer
las piedras
sobre nuestra carretera
fue
fundiéndome en sepia
rodeado de flashes que surgen
de cientos de rincones clandestinos
los recodos cobran vida
se difumina el dibujo
de los neumáticos
y todo acontece a nuestro paso
árboles
casas
serpientes vacías
iglesias cerradas
perros somnolientos
viejos inmortales
adivino tu mirada a través del retrovisor
y respiro aliviado
consciente
de que en cada parada
tomarás mi hombro
cuidarás mis pasos
y yo te veré
te seguiré viendo-
enorme
puertas selladas marcan el rumbo
hasta llegar al umbral
donde una dama de negro
nos sale al encuentro
afila sus iris
atrapa los míos
y muestra descarada sus perlas
de oro macizo
las postales se suceden
fluyen como agua
sobre cantos rodados
el viento se esfuerza en agitar
a imagen
pero todo permanece inmóvil
en un mismo fotograma
en un único intervalo
de espacio-tiempo
afuera está oscuro
el motor se incorpora al silencio
y yo reconozco la casa
cuento los días para la siguiente ruta
sé que la llave descansa en mis manos
ya nada puede sucederme
nada
nada
nada
ENLACES DE INTERÉS:
Venta on-line: https://boriaed.com/producto/heres-looking-at-you/
Prólogo: https://boriaed.com/prologo-de-javier-tortosa-a-heres-looking-at-you-de-harvey-townshend/
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