Reseña de Beatriz Pérez sobre "El insomnio de los verbos cansados" el nuevo poemario de Marian Raméntol.

El insomnio de los verbos cansados, el nuevo poemario de Marian Raméntol 


“Un poema no suele decir la verdad de nadie,
tan solo hinca sus dedos en el charco…”


Me he leído El insomnio de los verbos cansados en una de esas tardes que la brisa y el tiempo inglés ha llegado a esta ciudad asfixiada por el calor. Como una pequeña incursión al frío y a lo más profundo de los sentimientos vuelven las imágenes recurrentes de Marian Raméntol sobre lo que ya analicé en su momento en obras anteriores de esta poeta: el mar y el cuerpo y todo lo que les envuelve. Lo corpóreo desde lo más real y lo líquido desde lo intangible se mezclan en esa contradicción de querer durar y expirar a la vez, mientras una muñeca parece dialogar con la muerte y la madre muerta. 

He leído toda la obra de esta autora y conozco su voz, pero esta vez ha virado en cuanto a presencia. Raméntol se ha desnudado en cuanto a sinceridad. Sus poemas son casi tangibles, menos volátiles y más palpables. 

La tumba te mantiene muerta,
aferrada a tus manos tristes y a esa boca
tan delgada que aún sujeta tu sonrisa

Se va abriendo la noche
para recoger mi pesada lluvia,
 mi corazón mordido
y los pocos paraísos que me quedan.

Yo me dejo, desde el centro.

Esta combinación entre la abstracción y lo real, en poesía, es un logro porque te llega doblemente. Es complejo hacer sentir desde lo más hondo y hacer volar la imaginación porque, como nos sugiere Valentín Martín en la introducción, en esta obra encuentras poesía y no frivolidades sobre la vida y la muerte.
No sé si existirá un lamento y un duelo que te acerque tanto a una madre muerta como el que ha conseguido la poeta. Lo que es seguro es que la poesía cómoda no te lleva a entender la muerte como lo hace Raméntol que de la mano te conduce a tocarla en esa mezcla entrelazada de pasado, memoria, amor, miedo y dolor al son de humedades, costas, sangre, algas, fusiles, funerales, suicidas, terremotos, lápidas o huérfanos. Lenguaje duro e intenso con dosis de ironía puntual. 

He visto mi esquela en la prensa, pero no me fío
aunque me resulta extraña esta mirada en fuga.

Y aunque parezca extraño, la ternura también surge en lo más doloroso de los versos.


Hay algunos rincones
de alfabeto desconocido
donde la derrota sabe a verano,
y el poema tibio
huele a julio y a oleaje

El insomnio de los versos cansados es una profunda meditación y diálogo con la muerte en la que se denota un trabajo profundo de los poemas tanto por la elegancia en la que se maneja el tema, como por el rigor en cuanto a esa voz tan desnuda que la poeta nos ha dejado en sus versos. 

Beatriz Pérez Sánchez.

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