Jade Sal, La Cartomante del Vértigo, Barcelona, Libros En Su Tinta, 2016.

Internada en la lectura de La Cartomante del Vértigo, no emerjo del asombro. La sorpresa me incita a apreciar que un año en mi tierra es poco tiempo para nutrirse de tal manera de la cultura mexicana, que resulte de dicha experiencia, un libro de esta calidad. ¡Jade Sal es una poeta genial! de sensibilidad  vigorosa y a la vez  gran sutileza. 
Desgrana las imágenes desplomando al lector sobre el azoro deleitoso y ya no sabe uno si es un sueño el que deshila en un poema o el sueño es quién habla por su voz de cartomante.  Imposible sustraerse a contemplar mientras se la lee,  serpientes azules, dragones de papel-piedra, los pies hinchados de un caminante entre rastrojos, chamanes, gatos y constelaciones. La rueca de la vida palpa mundos cálidos y sensuales a través de sus líneas y la selvática humedad, con la voz de su canto que se desglosa entre los  versos, unida a las riendas taróticas como La Torre, La Rueda de la Fortuna, El Carro, nace, y muere, muere, y nace de nuevo.  Y entre el sendero de poemas, asaltan los ecos a manera de epígrafes de Bukowski, la Kahlo, Sabines, Withman y otros como estrellas veloces en cuyos fulgores alcayata sus propios astros. Mientras la leo una especie de humo de copal me envuelve, casi escucho el caracol con su resonancia de matiz eterno, pidiendo licencia a los cuatro puntos cardinales en la cima de una pirámide, para el ritual cósmico al que Jade invita penetrar. “México es volver al origen perdido –dice-, no recuerdo cuándo, el tiempo es engañoso; sólo siento el cordón que jala fuerte de mi ombligo” “relinchan las letras con ansia de fusión de átomo”  y el universo estremece mientras contemplo su poema. Mexicana por la rama del alma y poeta libre, soñante y fuerte, Jade Sal es como un águila universal en el territorio de la poesía, una joven poeta con tintes surrealistas cuya visión particular cautiva. “Coyoacán lugar donde se aman los coyotes” me asaltó de pronto entre cuartillas, y me quedé ahí. Pasmada. Un suspiro desgajó el pecho a medida que los versos dedicados a Frida me llevaron en volandas de retorno hacia la Casa Azul. gotaré las hojas de La Cartomante del Vértigo despacio, con la ilusión del engaño para sentir el libro más extenso. Será grato estar a la expectativa de la siguiente entrega de esta autora.

Isabella De Jesús



Jade Sal
Me gustan las palabras, letras miscibles en saliva y hambre, voces tatuadas en el pliego que se cierne, fugaces y eternas como una transeúnte cualquiera. Indómitas, febriles, inventadas. Arcanas acechantes, huellas de sal que se rebelan contra la escupidora de palarvas. No me fío de mi memoria de anémona, prefiero la paramnesia. Juego a imaginar recuerdos inventados y los escribo. Así todo lo creado es ya multiverso.

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