Autora: Encarnación
Pisonero
Editorial: Ars
poética
Oviedo, 2018
ISBN:
978-84-948216-2-2
Existen todavía
poetas que se autoexcluyen de las redes sociales. Se trata de
esccritoras con sobrada trayectoria en lecturas y publicaciones, pero
que prefieren el silencio y la tranquilidad de sus bibliotecas
físicas o mentales para crear ajenas a la contaminación de
internet. Una de estas autoras es Encarnación Pisonero que en 2018
publicó Los niños amargo caramelo.
Desde su título en
la portada, una cruz de Caravaca en la que lo individual y lo
colectivo atraviesan las palabras en forma de denuncia, esta obra es
un poema visual cruzado. Sin ingenierías lingüísticas, pero de
forma muy culta y directa la autora delata la devastación a la que
el ser humano está sometiendo al planeta tierra y a sus habitantes
más vulnerables: niños y niñas, personas refugiadas, trabajadores
explotados, animales y bosques calcinados, entre otros.
No hay bramar de
océano
ni temblor de
suelo
ni huevos de
granizo
que despierten la
conciencia
de los asesinos
de almas.
En este poemario los
versos funcionan solos, cruzados, leídos de final a principio o
viceversa, pero, principalmente, Los niños amargo caramelo es
un largo poema en el que la palabra poderosa puede cruzar una
página como un gran grito contra la infamia.
Débiles,
indefensos,
a
b
a
n
d
o
n
a
d
o
s
¿para qué la
nuez en el cerebro?
Si carecen de
guía en el laberinto,
si no van a
encontrar el corcel alado,
mejor buscar una
madrépora
para formar islas
coralinas.
Y no únicamente la
infamia global y generalizada es tratada en términos comunes en los
que todos tenemos nuestra parcela de responsabilidad individual;
Pisonero quiere señalar concretamente a los asesinos de almas
que con su actitud opulenta y corrupta destruyen sin parar y a pasos
agigantados los sueños de tantos seres humanos.
Metáforas tan
claras como la de las medusas arrojadas a la playa por la
contaminación son el doble símbolo de la crueldad humana: el
destino de las personas refugiadas que aparecen después de haber
sido tragadas por el mar, al igual que esas medusas que los
veraneantes encuentran flotando al acercarse a cualquier playa del
Mediterráneo.
Los días de
fiesta bajan al mar,
que inundado de
medusas
golpea su frágil
corazón.
Y juegan al
crepúsculo
entre la espiga
hierba,
con su gato
preferido
y las mangostas
enanas,
hasta que surgen
las sierpes
voladoras
y quiebran el
hechizo.
Imágenes muy
líricas se entrelazan con un ritmo sosegado que la madurez poética
le otorga a la autora. Y es que, con este gran poema lineal, creativo
y singular, pero no falto de profundidad y seriedad con respecto al
contenido que se está tratando, Pisonero consigue unir denuncia y
belleza. Porque la delicadeza es precisamente el material simbólico
con el que se forjan los sueños que nos hacen resistir.
Un abuso
constante.
Un orgullo sin
límite.
Olvidan que el
árbol
cuanto más largo
más se inclina.
ENCARNACIÓN
PISONERO (Villalba de
la Loma-Valladolid (1951)
En
Poesía ha publicado: El jardín
de las Hespérides (1984); Si
se cubre de musgo la memoria (1986);
Adamas
(1987); A los pies del sicomoro
(1996); El prisma en la mirada
(2000); Líquido
de Revelar (2002); La
estrella del anís (2004); Abril
es el mes más cruel (2012);
Permiso para embalsamar
(2014); Los niños amargo
caramelo (2018); Como
un Lucifer vespertino (2019).
Es
Licencia en Filosofía por la Complutense de Madrid. Patrona de la
Fundación Torre-Pujales y miembros de las Asociaciones de Críticos
de Arte Española y Madrileña.
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