HERENCIA, la resiliencia interna de Ana Vega por Beatriz Pérez Sánchez.



Autora: Ana Vega
Editorial: Canalla ediciones
Madrid, 2017
ISBN: 978-84-948080-3-6


¿Quién dijo que los fuertes no sufren, que no son también vulnerables? ¿O que la aparente vulnerabilidad no oculta una enorme resiliencia interna?
Marisol Sánchez Gómez



Como la misma Ana Vega interpreta, la herencia que te equipara a las ratas y te distancia de la tranquilidad es tu marca, tu estigma y tu distintivo.

Sentir esa antigua herencia
tan arraigada
que te perfora
y quizá explica
cierta marca entre las piernas
u hostilidad en el rostro.
Atada pues de por vida
a la miseria y las ratas
pero nunca a la mansedumbre.

Sigo a Ana Vega desde que la leí en el verano del año 2016 en la antología 20 con 20, diálogo con poetas españolas actuales. Unos meses más tarde la volví a encontrar en uno de los ensayos sobre poesía de la Dra. Marisol Sánchez Gómez en Box8, contra el silencio, obstinadamente de la editorial Fundamentos. Desde la primera lectura me llamó la atención su forma de transmitir el malestar psíquico de forma comprometida, pero sencilla y elegante a la vez. Su latente vulnerabilidad no carecía de fuerza. Y las imágenes de su poesía eran delicadas y hermosas.

HERENCIA: Del latín haerentia forma neutro plural del participio activo de haerēre estar adherido, influido en su significado por heredar.

  1. f. Conjunto de bienes, derechos y obligaciones que, al morir alguien, son transmisibles a sus herederos o a sus legatarios.

Herencia es el último libro de Vega. En él nos habla del legado que le dejó su filiación. Una sucesión desafortunada, un patrimonio de miseria y una transmisión enferma. Tu origen te marca, te persigue y es una pesadilla que se repite sin parar.

Siento la piel cargada de noches en vela de otros.
Mi madre me dijo una vez que mi última cama
había pertenecido a una niña enferma.
Desde entonces siento cierto peso encima,
también cierta vinculación.

Como la buena poesía confesional, Vega hace que te impliques en su angustia para que la notes, para que la compartas con ella de alguna manera. Te repite algunas palabras, las personaliza y te las entrega sin aspavientos, ni pretensiones. Porque Herencia es una tabla de salvación, una creación para coger aire y poder seguir. Las palabras sirven para agarrarse a la vida y, sobre ello, la autora tiene un extenso conocimiento.

Siento una especie de vértigo cercano
frente al mar a veces,
un recuerdo conocido,
y una cierta atracción desesperada.

Y colocada desde ese lugar, la autora escribe y describe su exceso de vida interna en forma de poemas hondos, que calan y que no dejan al lector de manera ilesa. Como una futbolista lanza una pelota en forma de versos y corre tras ellos. Es su forma de encapsular tanta desazón. Y a pesar del desasosiego que expresan, sus textos son elaborados, estructurados y guardan unos finales exquisitos.

La herencia no me ha ensañado nada,
tan sólo a repetir los errores
de manera más incauta posible.
Así de absurdo es el ser humano.

Y ante un mandato que no soñabas, Herencia surge como palabra que reconcilia con tu pasado y tu presente. Porque las palabras reparan el dolor que brota de un interior dañado, dejándolas fuera, reconstruidas y tranquilas.

MAIZ

Mi padre luce
una dentadura perfecta,
cuestión de herencia,
dicen.
O de apretar los dientes.
Mi padre recuerda aún hoy
la ferocidad con la que éstos
devoraban el maíz crudo
para quebrar el hambre.
Dicha herencia

nos impide
aflojar la mandíbula
en esta casa.

SI PRETENDES IMPEDIR QUE HABLE

Si pretendes impedir que hable
o piense o diga ambas cosas
debes atar bien fuerte mis muñecas
y coserme la boca con tal brutalidad
que impidas que yo misma
me devore los labios
hasta escupir todo silencio.
He de decirte que tengo
cierta tendencia a romper toda atadura
y alzarme de nuevo desde la nada.
Y contra esto he decirte, también,
es imposible cualquier intento
de silenciarme.


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