“Aquel que fuera niño mimado de Manuel Alcántara, aquel viajero junto
a Di Stéfano a Moscú cuando entrenaba al Madrid (Di Stéfano, no
Valentín) o comía en bares vallecanos lentejas viudas con el obispo
Alberto, el Iniesta obrero –Dios lo abrace–, aquel juornaliste que
se bebió la vida sin perderse en las llagas de la sed, aún no se
consiente el reposo. Y porque sabe de lo corrupto del aire no renovado,
aventa ahora estas crónicas de la trajinería madrileña trufadas de
recuerdos, estas que tienes, lector, en las manos. Ni siquiera Noé en su
arca florida reunió a tantos animales de telón y escena. Ni siquiera el
bíblico galpón fue tan divertido y vario como estos repertorios de
novicia y yogurt, tan aparentemente deslavazados, tan certeramente
tramados. Tan sugerentes, tan imposibles de abandonar. Los episodios que
Valentín Martín trae en su bandeja de folios tienen la forma y los
colores de un arco iris retorcido por el sobresalto. Y son, a más de una
baraja de ilusionista en donde siempre aparece la carta diana, un fusil
que dispara inteligencia y misericordia. Hay en ellos tanta ternura a
tientas como agudezas provocadoras. ¿Es posible reunir –me pregunto– a
Usain Bolt, Heráclito, Jorge Semprúm en Buchenwald con las señoritas a
domicilio visitadoras de Avon? ¿Todos en un mismo texto y lograr que la
columna funcione como una cariátide adolescente? Sí, me contesto
rotundo, sí, si su Fidias es Valentín Martín. Porque así es la vida, lo mestizo y caudal. (Francisco Caro, fragmento del prólogo)
Valentín Martín estudió Magisterio y Humanidades en Salamanca y
Periodismo en Madrid. Ejerció la enseñanza dos años y el resto vivió de
escribir. Ha escrito 25 libros. El número 26 es un poemario llamado Santa Inés para volver (Versos de la memoria),
que recoge la historia de sensibilidades de su pueblo. Periodista,
escritor y poeta, ha publicado en la última década libros de relatos
como La vida recobrada o Avispas y cromosomas; el ensayo Los motivos de Ultraversal y los poemarios Para olvidar los olvidos, Poemario inútil, Los desvanes favoritos, Memoria del hermano amor, Estoy robando aire al viento, Suicidios para Andrea y Mixtura de Andrea. A caballo entre los años 60 y 70, escribió dos poemarios y dos ensayos: Veinte poetas palestinos y El periodismo de Azorín durante la Segunda República,
inicio de un largo trabajo dedicado a la literatura. En Lastura ha
publicado en diciembre de 2017 el libro de crónicas y relatos Vermut y leche de teta.
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