Prólogo de
Teresa Iturriaga Osa
José Félix
Sáenz-Marrero o el canto de una alondra
La escritura y los dibujos de Sáenz-Marrero nos lanzan hacia emociones
extremas. ¿Qué insinúa con esos juegos de dudas y palabras? Son signos que nos
guían en su angustia hasta hacernos sentir de cerca el dolor por los vericuetos
de su ayer. Es una experiencia de muerte y reencarnación.
Cantaban
las alondras en Castilla mientras manaba la fuente de sus versos, al tiempo que
su pensamiento volaba lejos hasta bañarse en las orillas del Atlántico. Hay
tanta agua en su poesía y en su prosa... tantas playas de arena volcánica
reunidas en puntos suspensivos donde bañarse para saciar la sed de la meseta...
Porque él sabía que la enfermedad es un ocaso de moradas sin pena ni alegría
cuando no existe remedio, y que no luchar por la curación significa la derrota,
tenía que buscar el equilibrio sin desmayo y así lo hizo.
Hombre del
Renacimiento, José Félix Sáenz-Marrero es un arquitecto que replantea el
edificio verbal desde sus bases, coloca los pilares, dibuja los planos, esculpe
el brillo de sus emociones y forja la estructura de su imaginario sin miedo a
equivocarse. Ser poeta es ser guerrero de la luz como lo muestra el autor de
Pirámides de aire
al agitar un vuelo de gaviotas con sus versos allá
donde la isla de sus sueños no se divisa. Esta profundización en el paisaje
envuelve de colores los lienzos y los reviste de azafrán a ritmo de carroza,
entregándonos una poesía nada etérea con sabor de lapa negra, amor salado y
aderezado de salitre, sentado sobre su banco de suspiros errantes desde la
atalaya de su voz hasta su ombligo. Empuja, canta, dibuja, escribe, imagina,
sueña y confía. Durante su proceso creativo, fluctúan los sentimientos en
modulaciones del tono, la voz, la vibración. Los seres que le rodean se le van
tornando familiares, cercanos, cotidianos. Una brizna de azahar tilda sus letras
y nos da un chapuzón de buenos días. Es un canto a la transfiguración de la
materia. Su escritura postula una absoluta reverencia por el fundamento sacro de
la vida y nos enseña a valorarla cuando exhibe los colores que hay en él. Trata
de una relación telúrica entre su yo y los objetos que forman ya parte de su
universo inquieto, un diálogo estético caracterizado por la pasión y un erotismo
dionisíaco, visceral, travieso, a veces incluso, tierno, en consonancia con la
figura que los convoca.
Ciertamente, esta obra es un himno a la vida cargado de ecos temporales que
miran al pasado con una proyección de futuro, desdoblando los planos y relieves
de una ilusión. Porque leyendo sus palabras nos hacemos conscientes de la
importancia de vivir el presente hic et nunc. Nadie está libre
de sufrir un percance inesperado cualquier día. Puede que al recitar la última
balada de la brisa, la marea se levante tempestuosa una mañana, dándonos un
portazo en plena cara. Las páginas de este libro nos revelan la
significación de la salud con una intensidad vital. Y ese límite es el momento
más estremecedor, pero también es el más bello, como el último canto del
cisne.
Pirámides de aire es una bocanada de oxígeno que aspira a condensar la
nueva vida de este artista, madura y otoñal. Es muy grato celebrar su retorno,
la unión de sus fragmentos en el precipicio de cristal antes roto, desde donde
se asoma con sus textos y dibujos, ahora trazado de hilván, nombre y semejanza,
invitándonos a sumergirnos en el cromático mundo de su delirio verbal.
PIRÁMIDES DE AIRE disponible en Amazon / e-book y papel
Authored by José Félix
Sáenz-Marrero Edited by José Luis Machado
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