PRUEBA DE SABOR MARTINEZ,FULGENCIO
Nuevo libro de Fulgencio MartínezEditorial: | RENACIMIENTO EDITORIAL |
Colección: | RENACIMIENTO |
Materias: | POESIA Y TEATRO; |
ISBN: | 978-84-8472-707-1 |
EAN: | 9788484727071 |
Precio: | 9.62 € |
Precio con IVA: | 10.00 € |
Sinopsis
Con este nuevo libro Fulgencio Martínez (Murcia, 1960) se afianza en su compromiso humano y literario con la poesía cívica que ha venido reivindicando y poniendo en práctica en sus dos entregas anteriores, León busca gacela (2009) y El cuerpo del día (2010). Su apuesta nace ciertamente del convencimiento personal acerca de la raíz y alcance morales del hacer poético, de esa exigencia –tan machadiana- de una palabra en el tiempo que hoy se presenta ante todos nosotros, viva y saludable, con la humildad concreta, también con la esperanza de ser “la palabra con que vencer el miedo”. Maximiliano Hernández Marcos.
Fulgencio
Martínez fundó la revista Ágora y es autor de los libros de poesía Trisagio, Cosas que quedaron en la
sombra, León busca gacela, y El cuerpo del día. Recientemente
ha publicado Prueba de sabor. Su poética persigue la renovación de la
poesía cívica.
ECOPOEMA PARA PEDIR LA ABOLICIÓN
DE LA ESCLAVITUD
SILENCIOSA DE NUESTROS DÍAS
¡Penas!
¿Quién osa decir
que
tengo yo penas? (…)
¡La
esclavitud de los hombres
es
la gran pena del mundo!
José
Martí
De la esclavitud
silenciosa
que sufren los
trabajadores
bajo la nueva tiranía
del poderoso Don Dinero,
poco se escribe.
La avaricia
del Capital ¿tiene
ocupadas
a las nueve Musas?
¿No se escribe
porque no se lee
o, quizá, porque
como tema de una poesía
hoy no interesa?;
¿es
anacrónico,
insólito, antiguo, el
asunto;
provocativo, ingenuo,
dirías?
¿O descatalogado,
valiente, descarriado,
prosaico, calamitoso, ay
Dios,
rojo, filomarxista?
Ten por seguro
que nos quieren
mano de obra sumisa,
mal pagada y contenta.
Que el poeta hable
de sus mundos interiores.
La poesía no ha de ser
política.
Otro cantar quisiéramos
cuando vemos crecer la
fila
de trabajadores en paro;
de jóvenes temporeros
urbanos,
sin proyecto de vida,
en empleos cada vez más
precarios,
que callan con temor ante
los jefes
y se tragan el abuso por
una comida.
Un cantar para no pasar
delante
de la miseria que
levanta muros
más altos en otro mundo
olvidado,
muros de hambruna,
guerra e injusticia.
No
dejemos que los utilicen
para
atemorizar con un mal mayor.
Es cierto que hay otros miserables
y
que nosotros podemos comer.
Pero
no olvidemos escupir a
la
cara a los que mandan levantarlos.
No
tengamos miedo de ser mejores.
Ni
de escribir los deberes del día.
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