Enlaza a la descarga gratuita en formato PDF de la primera novela de Celio Torrejón Frutero.Una piedra en el ojo del alma.
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No preguntes. Imagino que me
equivoqué. Lo acepto. Todo ha sido culpa mía. ¿Pero qué iba a hacer si no? Pasó
por delante de mí y tuve que hacerlo. Sentí miedo y en ese momento no lo pensé y
me pareció buena idea. ¿Cómo iba a predecir yo las consecuencias de todo esto? No.
No lo sabía. Lo hice porque pasó sonriendo y no tuvo en cuenta que esa sonrisa
la ataba a mí de algún modo. Ella tampoco pensó en las consecuencias de sus
acciones. No quiero decir ahora que la culpa no sea exclusivamente mía (acepto
el cien por cien de la responsabilidad) solo que si hubiera tenido en cuenta
algunas cosas… Ven. Hazlo de una vez. Entra. Se adelantó bastante, así que tuve
que avanzar más deprisa que ella para poder alcanzarla... ¡casi se me escapa!
Ahora ya no está. Sigue entre nosotros, pero no del mismo modo. Está bien. Sí,
me he equivocado, pero ya vale, ¿no? Quizás le di demasiada importancia. Hay
algo en mi cabeza. El recuerdo es muy vago: el sol de las diez y media de la
mañana de un día de primavera. Era marzo seguro. Pasó por delante del banco donde
yo estaba sentado. No sé si la vi pasar (a lo mejor fue un sueño), lo pensé, no
demasiado, si no, no lo hubiera hecho. No. No estoy loco, pero a veces me
cuesta ordenar la cabeza. Creo que me levanté del banco cuando ella dobló la esquina.
No tengas miedo. No has hecho nada malo. Vuelve con nosotras. Te esperamos. Hay
fuego en nuestros corazones. Deja de hablar y ven. Ven. Ven. Ven. De pronto me vi de espaldas persiguiéndola. Pensé
decir: “espera”. Pensé en realidad en no decirlo pero ella me leyó la mente y
antes de que materializara en mi cabeza la posibilidad de que no lo dijera, supo
que yo quería haber dicho “Leonor, espera”. Por eso se giró y me vio. De no
haberlo hecho nunca me hubiera atrevido. No habría pasado nada. Que conste. En
realidad no hice nada malo, pero se alejó de mí. Cállate ya y entra de una vez.
Nos estamos convirtiendo en agua. Si ella no hubiera pasado delante de mí
sonriéndome, yo todavía estaría sentado en el banco. No la estaba esperando a
ella. Yo no estaba sentado casualmente esperando verla pasar.
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