Así, la
Zarabanda hizo furor a
finales de siglo XVI. Y según las crónicas, era una danza alegre, poco casta,
voluptuosa, procaz y lasciva, en la que se movían todos los miembros del cuerpo
de manera ondulante y sensual al son de la vihuela y las castañuelas y sus
letras eran picantes y muy subidas de tono.
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