Fulgencio Martínez
Cosas que quedaron en la sombra
Nausícaä, La Rosa Profunda, diciembre 2006
El poeta, filósofo y profesor Fulgencio Martínez publica Cosas que quedaron en la sombra, salido a la luz en la colección La rosa profunda dentro de la editorial Nausícaä. El citado volumen presenta una estructura octopartita en la que resuena el legado bíblico y el eco cabalístico, no en vano esta división alude al equilibrio cósmico por ser el ocho el número simbólico de la justicia. Se trata de un tomo que alberga en sus casi trescientas páginas una serie de múltiples formas estróficas y versos de diversa heterogeneidad métrica para dar voz a los cuatro ortónimos que identifican a este creador. Asimismo, un tripartito temático invade el universo humano cantado, el tiempo, el olvido y la nada, se erigen en conectores ideológicos, si bien no es menos cierta la ponderación subyacente de los eternos universales de toda la lírica, la vida y la muerte. Ambas construidas en alfa y omega de la conciencia poética del autor, a la vez que portadoras de la ontología del ser humano y su irremediable disolución en la nada. Concepto este último heredado por Fulgencio Martínez del también poeta Francisco Brines, quienes coinciden en considerar la nada desde un enfoque vital. Las lecturas sobre Nietzsche y Heidegger parecen dejar sus influencias. No faltan tampoco merecidos recuerdos a los maestros del género lírico mediante un demostrado culturalismo de Martínez.
La versatilidad escritural de este poeta viene corroborada por esas piezas de prosa poética, auténticos ejemplos de los variados registros empleados. Las muestras agrupadas bajo los epígrafes “Presente perfecto” del “libro” séptimo y “Resistencias de la luz”, del octavo “libro”. En este último juega el autor con el conocido tópico cervantino del manuscrito encontrado, del mismo modo que el “libro” segundo aniquila su personalidad de humano para alzar su ser poético. Dentro de “Lírica povera de Andrés Acedo”, en el apartado dedicado a la “vieja oralidad”, retoma la génesis verbal de la literatura hispánica rescatándola un poema de arte menor. Los influjos musicales se dejan sentir en las siguientes “pasiones” versificadas por dos de los heterónimos martinianos, Sebastián Alfeo y Séptimo Alba, quienes desde la “inocencia marchita”, “viviendo en contradicción con la insegura regla del amor”, buscan “certezas” y aspiran a la fusión en el “Uno”, concluyendo que “son pasiones tristes lo que cura”. Formalmente algunas expresiones versales traen a la memoria aquellos decires medievales, “Pena de la nuestra merced”, y aquel ritmo melódico de las rimas becquerianas ahora interiorizadas por un poeta del siglo XXI, por “un apóstol templado”, quien, bajo la fórmula cartesiana del “pienso, luego me estreso”, aúna pasado y presente hoy.
En suma, una completa antología de diecisiete años (1989-2006), de creación, en la que el mismo autor también se metamorfosea en protagonista de los versos de su Obra “púrima”, última entrega de quien fuera fundador del Taller de Arte Gramático, autor, además, de otras cinco obras poéticas y escritor-colaborador de artículos de prensa y en revistas literarias. Cosas que quedaron en la sombra no es sino una manera, la de su escritor, de mirar la huella del ser en la vida.
Cosas que quedaron en la sombra
Nausícaä, La Rosa Profunda, diciembre 2006
El poeta, filósofo y profesor Fulgencio Martínez publica Cosas que quedaron en la sombra, salido a la luz en la colección La rosa profunda dentro de la editorial Nausícaä. El citado volumen presenta una estructura octopartita en la que resuena el legado bíblico y el eco cabalístico, no en vano esta división alude al equilibrio cósmico por ser el ocho el número simbólico de la justicia. Se trata de un tomo que alberga en sus casi trescientas páginas una serie de múltiples formas estróficas y versos de diversa heterogeneidad métrica para dar voz a los cuatro ortónimos que identifican a este creador. Asimismo, un tripartito temático invade el universo humano cantado, el tiempo, el olvido y la nada, se erigen en conectores ideológicos, si bien no es menos cierta la ponderación subyacente de los eternos universales de toda la lírica, la vida y la muerte. Ambas construidas en alfa y omega de la conciencia poética del autor, a la vez que portadoras de la ontología del ser humano y su irremediable disolución en la nada. Concepto este último heredado por Fulgencio Martínez del también poeta Francisco Brines, quienes coinciden en considerar la nada desde un enfoque vital. Las lecturas sobre Nietzsche y Heidegger parecen dejar sus influencias. No faltan tampoco merecidos recuerdos a los maestros del género lírico mediante un demostrado culturalismo de Martínez.
La versatilidad escritural de este poeta viene corroborada por esas piezas de prosa poética, auténticos ejemplos de los variados registros empleados. Las muestras agrupadas bajo los epígrafes “Presente perfecto” del “libro” séptimo y “Resistencias de la luz”, del octavo “libro”. En este último juega el autor con el conocido tópico cervantino del manuscrito encontrado, del mismo modo que el “libro” segundo aniquila su personalidad de humano para alzar su ser poético. Dentro de “Lírica povera de Andrés Acedo”, en el apartado dedicado a la “vieja oralidad”, retoma la génesis verbal de la literatura hispánica rescatándola un poema de arte menor. Los influjos musicales se dejan sentir en las siguientes “pasiones” versificadas por dos de los heterónimos martinianos, Sebastián Alfeo y Séptimo Alba, quienes desde la “inocencia marchita”, “viviendo en contradicción con la insegura regla del amor”, buscan “certezas” y aspiran a la fusión en el “Uno”, concluyendo que “son pasiones tristes lo que cura”. Formalmente algunas expresiones versales traen a la memoria aquellos decires medievales, “Pena de la nuestra merced”, y aquel ritmo melódico de las rimas becquerianas ahora interiorizadas por un poeta del siglo XXI, por “un apóstol templado”, quien, bajo la fórmula cartesiana del “pienso, luego me estreso”, aúna pasado y presente hoy.
En suma, una completa antología de diecisiete años (1989-2006), de creación, en la que el mismo autor también se metamorfosea en protagonista de los versos de su Obra “púrima”, última entrega de quien fuera fundador del Taller de Arte Gramático, autor, además, de otras cinco obras poéticas y escritor-colaborador de artículos de prensa y en revistas literarias. Cosas que quedaron en la sombra no es sino una manera, la de su escritor, de mirar la huella del ser en la vida.
Mª Ángeles Moragues Chazarra
Fuente del Artículo: http://agoralarevistadeltaller.blogspot.com
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