Apoyo a Campaña de Esterilización

 


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Apoyo a Campaña de Esterilización


Las lluvias hacen pensar en la necesidad de revisar el concepto entre lo bueno y lo malo. La misma agua hacedora de la vida, a su vez, puede ahogarla... Resulta dramático esto último, igual pasa analizando la bondad.

La gente habla del campo con la emoción de nombrar al mismísimo Edén. Aparentemente allí los animales domésticos parecen estar destinados a una felicidad enorme. Comida abundante, soles acogedores, un techo de estrellitas para dormir. Arroyos repletos de cristalinas aguas, frutos carnosos en huertos eternos refulgiendo dentro de una coreografía libre de odio, rencor o rapiña.

Desgraciadamente la realidad romántica se encarga de confundirnos, hacernos omitir a otros animales depredadores naturales, las inclemencias del clima, la falta de atención veterinaria, pesticidas, tractores, cazadores, árboles altísimos desde donde caen gatos desesperados. La falta de agua, comida, sobre todo, atención respetuosa.

Eso, defendido en esa ilusoria y extraña bondad moviéndose por intereses personales hace prefabricar ideas acerca de la compasión, el temor divino, la alegría exagerada de sentirse buenos por el hecho de la autosugestión, risas en bares, dádivas a los mendigos en las puertas de la iglesia. Al popularizarse un acto, se normalizan incluso los crímenes, amparados en la costumbre de repetir, naturalizar el horror, creer en la fuerza de lo brutal, desechando cualquier racionalización.

Desde siempre, quien se ha deshecho de un animal, ha puesto una carita angelical diciendo que lo ha llevado ¡Al Campo! Los perros allí son felices, el espacio les da una especie de inmortalidad, nada dañino pasa. Si muere un abuelo, sus perros acaban en el campo. Si desaparece una señora, su gata ahora vive en la oscuridad tenebrosa de la campiña, nunca se verá alumbrada por una televisión, mantita, refugio casero.

Las autoridades a su vez mueven hilos tenebrosos. Multan a quien les da comida, responden con evasivas ante las campañas de esterilización. Los cupos están repartidos entre entidades partidarias, quienes, a su vez, sirven a la voz del amo y traen la confianza ciudadana como presa entre sus dientes, esa ilusión depositada, previa, a elecciones municipales.

Es imposible no caer en la imagen del “pinchaglobos”, pero, es verdad, dividen a los pocos ciudadanos e instituciones sin fines de lucro. Se favorecen con atención tacaña, eufemismos envenenados a los allegados. Los demás sobramos, resultamos incómodos, incluso nos pueden denunciar por evitar dejar morir de hambre a los animales que pululan en parques, estacionamientos, basureros y campos abiertos donde en las noches pelean, aúllan, maúllan declarando tristezas en el idioma que la madre Naturaleza les ha heredado.

No olvidemos, este mundo no es malo, aunque nadie se libra de la mala gente.

Pido ayuda en nombre de la poesía, la vida y la esperanza. ¡Están bombardeando el mundo! Los niños, los viejos y los indefensos caen diariamente. Los proyectiles cada vez suenan más cerca a nuestra comodidad cotidiana. Es importante ayudar al menos a un solo animal, así salvamos a la alegría. Olvidemos consignas religiosas, políticas, oportunismos personales. Colabora evitando la muerte sistemática de los animalitos del campo, su reproducción descontrolada en el pueblo donde vivimos. En su mayoría nunca han sido acariciados, ni alcanzado a tener sus nombres.

¿Dejarías a tu niño, a tu madre o a tu abuelo esta noche en el campo?


Richard Villalon

Musico, Escritor


 

 

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