INVITACIÓN
Ediciones Dédalo tiene el gusto de invitarle a la presentación en Zaragoza del libro de poemas Carmen carminis. Poemas para ellas, de Ricardo Fernández Moyano.
Será el 30 de noviembre a las 19 h. en La Bóveda del Albergue, Calle Predicadores, 70.
Presentación de Mar Blanco.
Contaremos también con la presencia de la editora de Ediciones Dédalo Violant Muñoz Genovés.
Lectura de poemas por Carmen Aliaga, María Otal, María Belén Mateos, Asunción Mínguez y Carmen Martínez.
Intervención musical de Safari o crucero.
Un canto en el jardín de los dioses a la sombra del emparrado
El mérito mayúsculo y primero de Carmen carminis es haber sabido situarse en los diversos perfiles de la mujer que recorre las páginas de este libro de merecido homenaje a su statu. Y sí, hoy todavía puede hablarse del statu de la mujer en cuanto todavía no se ha alcanzado ese nivel óptimo de igualdad social, emocional e instrumental que haría ociosa su mención.
Ricardo Fernández Moyano ha sabido captar con hondura y sensibilidad la «otra» sensibilidad, ésa que aún anida en la concepción errónea de la diferencia. Pero si esto es así es porque la inercia conceptual soporta un lastre que quizá libros como éste contribuyan a aliviar. Muchas condiciones expresas de los distintos grados del ser y del estar mujer son abordados por Fernández Moyano también en diversas maneras rítmicas, desde la cadencia asonantada hasta la musicalidad de la rima interna, pero sin olvidar que esos ritmos han de adaptarse al proverbial verselibrisme por el que transita mayoritariamente la poesía actual. Tampoco desecha Ricardo dos o tres concesiones al simbolismo, a unas gotas de abstracción que acaso se toma para no vaciarse en la sencillez viva del lenguaje empleado en esta entrega. No es preciso recordar que la obra poética de Fernández Moyano ha viajado siempre de la mano de la honda emoción y de la delicada penetración en esa prefiguración que se ha venido a llamar «el alma humana». Pues bien, vuelve aquí el poeta de Albacete a profundizar en ella, a acoplarse perfectamente a la intuición espiritual que transe la inmediatez de lo tangible para colarse por las rendijas de la ternura, de la pasión, de la piedad, del dolor, de la soledad…en sus manifestaciones intangibles, en sus presencias evanescentes que sólo la emoción poética es capaz de aprehender. La encarnación de todos esto elementos aparece perfectamente perfilada en esa mujer que ahora es ya figura tipológica, fisonomía plural y a la vez única que atañe a su multiforme presencia a lo largo de los poemas.
Ricardo opta a veces por alejarse formalmente de «ella» para que la objetividad de una denuncia no tropiece con ningún obstáculo subjetivo y pueda decirnos en voz alta lo que pasa; otras, el trazo grueso del «estar» que no deja ser a la mujer se convierte casi en grito; y otras, por fin, cuando la mira de frente y ve su mirada, o el azogue de unos ojos como espejos, entonces Ricardo sólo susurra atrapado por la belleza, sorprendido por la hermosura, y claudica. En lo más íntimo ha de encontrar luego el silencio de una sola palabra descriptiva, de una sola idea definitoria que nos lanza como un reto invitándonos a emularlo.
Carmen carminis, enunciado axiomático de la tercera declinación de este sustantivo, nos llena de emoción nueva, pero nos llama la atención sobre la necesidad no de recordar, sino de no olvidar que la poesía es también (y casi siempre) un modo de expresión estética atenta a la empatía; es la manera en que la poesía puede alcanzar el grado de «ser humano» que con harta gratuidad empleamos en el contexto social sin reparar nunca en que ese sintagma esta abarrotado de sentido: sólo es necesario reflexionar brevemente para que su significado pleno se revele.
Este libro es, pues, un ejemplo de ese valor incuestionable que Ricardo Fernández Moyano ha tenido la amabilidad y la generosidad de entregarnos a todos los lectores, pero, sobre todo, a nosotras, las mujeres. Es, en efecto, un libro que nos expresa y nos expone, ya que despliega el amplísimo abanico de lo femenino observado por una intuición y una sutileza poco frecuentes. Pero, por favor, entiéndase exento de todo prejuicio que de manera inclemente sería destacado por quienes todavía andan perdidos en el laberinto del género sin encontrar la salida al sexo. Carmen (Karmel) es palabra hebrea en su origen y significa «jardín de los dioses»; el Karmen árabe (sin duda procedente de la misma raíz semita) significa «parra». Dejadme enredar un poco y tomar unas uvas en ese jardín acompañado del canto y la dicción de unos poemas.
Inés Ramón
Alcañiz, marzo 2016.
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