El chulla Romero y Flores
O la desgarrada tragicomedia de un «trepa»
Jorge Icaza
Prólogo de Miguel Sánchez-Ostiz
ISBN: 978-84-944355-8-4
220 páginas
PVP: 15,95 €
El chulla Romero y Flores es la penúltima y más compleja de las novelas de Jorge Icaza,
publicada cuando ya era el más célebre de los literatos ecuatorianos.
El protagonista, Luis Alfonso Romero y Flores, por su condición de cholo
(mestizo de india y blanco) y por sus pujos disimuladores de tal
condición, recibe el mote de chulla; o sea, algo parecido a lo que
entendemos por acá como un fantasma. Servido el personaje, servida la
peripecia; que no hace sino enraizar al relato en la más castiza tradición de la novelística hispana: la picaresca. Enfoque y tono que, por encima o por debajo de la trama, no la abandonará nunca hasta convertirla en una comedia desgarrada,
además, en un Quito de aguafuerte, donde relumbran los criollos,
corruptos por formación y herencia, y se apuran contra su miseria
económica y su baldón racial los cholos e indios.
Con lo que, como afirma Miguel
Sánchez-Ostiz en su prólogo, Icaza consigue «crucificar la peor
herencia española dejada en América: el prurito de la pureza de sangre,
del apellidismo, de la alcurnia criolla, de la raza incluso… Asombrosa
en este sentido El chulla Romero y Flores porque es una denuncia en
toda regla de un mundo que dista mucho de haber desaparecido, digan lo
que digan.»
Por
todo ello y por su prosa eficacísima y ágil, El chulla Romero y Flores
es una de las novelas claves de las letras hispanas en el Siglo XX.
Jorge Icaza
Nació
en Quito el 10 de junio de 1906 y allí morirá el 26 de mayo de 1978.
Quedó huérfano de padre a los dos años y se educó en la hacienda de su
tío en Chimborazo, donde palpó las vejaciones de todo orden que padecía
el indio, y que serán, en sus múltiples caras y ámbitos, el constante leit motiv
de sus relatos. Regresó a la capital para cursar Medicina, que abandonó
para matricularse en el Conservatorio Nacional, de donde salió como
actor y director teatral. Así, en 1933, estrenó El dictador, obra que le acarreó la hostilidad de las autoridades ecuatorianas. Al año siguiente publicaba Huasipungo,
que le granjeó la popularidad en su país y el reconocimiento
internacional y que está considerada el paradigma de la novela
indigenista. En 1935 editará En las calles, novela por la que le
concedieron el Premio Nacional de Literatura. En tanto, abrió una
librería y en 1944 fue uno de los fundadores de la Casa de la Cultura
Ecuatoriana e incluso agregado cultural en la Argentina hasta 1953. Al
final de su vida desempeñó el puesto de embajador en la Unión Soviética,
Polonia y la República Democrática Alemana.
Al
margen de sus piezas teatrales, serán sus novelas las que le
encumbrarán como el escritor ecuatoriano más reconocido, cuya nómina,
con los títulos arriba mencionados, la componen Cholos (1937), Media vida deslumbrados (1942), Huairapamuscas (1947), En la casa chola (1959) y la de más notable factura y complejidad, El chulla Romero y Flores (1958). Además de estas novelas, editó seis colecciones de cuentos.
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